Desde el origen de los tiempos, los humanos nos hemos comunicado utilizando diversos métodos adaptados a cada época en la que hemos vivido. El lenguaje es el vehículo por el cual se transmite el pensamiento, y la escritura representa esos pensamientos e ideas mediante palabras que se materializan sonoramente mediante el aparato fonador. La escritura es, por tanto, un medio de expresión, de comunicación, que permite aprender de las experiencias de otras personas para así poder desarrollarnos como seres sociales. Es un instrumento indispensable del trabajo intelectual, por ella se registra, precisa y clarifica el pensamiento y se concreta la expresión; y lo que es más importante, contribuye a la maduración del pensamiento, por lo que es útil no solo a nivel personal, sino además, a nivel social.
Para que se desarrolle una primera aproximación al código escrito, se deberán tener en cuenta algunos principios como son la experiencia que precede al lenguaje. El niño y la niña, desde que comienzan a interesarse por el trazado y el dibujo desarrollando sus primeros garabatos y adquieren el lenguaje hablado, comienzan a tener predisposición por comunicarse a través del lenguaje escrito. Quieren escribir su nombre o desean escribir alguna palabra a mamá y a papá o a sus referentes más cercanos. Los niños y las niñas tienen una mayor atracción por la escritura que por la lectura en las primeras edades y bien es cierto que en la escuela se comienza escribiendo, antes que, leyendo, pues es más sencillo para ellos dicho proceso. El lenguaje impregna todo lo que hacemos, en cualquier área del entorno y, por tanto, la escuela y el aula está sumergida en él.
Bajo estas bases se forja y compone uno de los bloques temáticos para la comprensión del aprendizaje de la lectoescritura que responde a los fundamentos de la lengua escrita. Los contenidos de aprendizaje que se desarrollan versan en torno a la relación y diferencias entre la oralidad y la escritura; la funcionalidad de la comunicación escrita; los distintos sistemas de escritura y características de los sistemas alfabéticos; así como la presencia de la lectoescritura en el currículo vigente.
En el desarrollo del proceso lectoescritor, el maestro y maestra de Educación Infantil debe actuar de modelo, un referente básico que tendrá que cuidar de forma minuciosa la evolución cognitiva y el proceso de enseñanza aprendizaje de la lectoescritura; deberá ser conocedor de las particularidades del código oral y escrito, de la funcionalidad de la escritura, de las características de los sistemas de escritura alfabéticos, así como deberá ser conocedor del marco legislativo curricular en el que ampara su práctica docente. Dado que es durante el segundo ciclo (de los 3 a los 6 años) cuando absorben gran variedad de vocabulario, el uso que se haga de la lengua en el aula deberá ser rico y variado, fomentando la competencia comunicativa para desarrollar las habilidades comunicativas básicas. Todo ello unido a que debe ser un referente en lectura, utilizando la literatura y la narración como medio. Es por tanto que se hace preciso una comprensión de los fundamentos de la lengua escrita previa al conocimiento sobre los procesos de aprendizaje de la lectura y la escritura, así como los métodos de enseñanza y fomento de la lectoescritura.
Este trabajo tiene como finalidad que el lector pueda establecer las diferencias y relaciones entre la oralidad y la escritura; valorar la funcionalidad e importancia de la comunicación escritura y su papel en la construcción de aprendizajes; presentar las relaciones y características entre los diferentes sistemas de escritura, así como conocer la legislación educativa vigente relacionada con el proceso de enseñanza-aprendizaje de la lectura y la escritura. Por ello, se compone de cuatro capítulos y en la parte final se recoge un resumen de cada uno de estos.